domingo, 27 de septiembre de 2015

No llamen al poeta por su nombre


No llamen al poeta por su nombre.
¿no es acaso ella la que invade todo rostro y toda calle?
Y sin embargo toda fraudulenta inmersión en ella misma, toda violación o todo ultraje se tolera y se permite impunemente de modo que se hace extensamente breve en su linaje y nunca da a luz y nunca pare.
Yo digo pues, que es ella misma
el súcubo que invade adolescencias y piedades.
Pretende ser diferente de uno mismo
y uno mismo hacer de ella lo que hace.
Inherente al ser humano que respira, inherente al sentimiento
e hija, hermana y madre de una extinta libertad de libertades.
Comúnmente escondida en los paisajes, en las horas, en las sillas, en los bares
respira hoy presente, respirará mañana, también antes.