martes, 4 de septiembre de 2018

4 septiembre

Que lindo es esperarte y escribir poemas a media luz
en este rincón que va de la ausencia a tu venida en existencia.

Que jodidamente tierno (nunca mejor dicho) ansiar que llegues
que aparezcas como asoman los delfines
de manera sorpresiva y de repente,
(re)conocerte como a ellos desde el morro.

Sin pretenderlo enredarnos como peces
capturados por los artes del amor
y sonreír complicándonos la vida
pues ¡Felicidades! Esto es.

Que dulce se me antoja la esperanza de aliarnos
hasta fraguar una tensa y cercana soledad bien compartida.
mientras observamos de pronto un día con atónita mirada
como se desviste poco a poco el porvenir en nuestra cama con cara de cualquiera 
pues uno continúa amando a pesar de las apuestas
y nos empuja por la borda este futurible de nostalgia.

Me sorprende la extraña situación que me planteo
pues sospecho que muy probablemente tú ni existas
así que anidando en el remoto supuesto de encontrarte
y habiendo yo abrazado una fea jugarreta del destino
tampoco quisiera tu constancia coexistiendo con la mía.

Sin duda sigue siendo tan lindo imaginarte...
Incluso sabiendo que no estoy dispuesto a compartir mi presencia con la tuya.
Es tan lindo… ¡Ay!
Mejor digo: hermosamente lindo y de una álgida y nubosa suavidad resplandeciente… ¡Ay!

Si fuera de este modo y nos rozáramos diariamente
durmiendo sobre las mismas sábanas distintos sueños
acabaría al fin pensando como pienso
quizá porque ahora soy sin que tú existas.
Disfrutaría como en este instante revoloteando sobre la tierna soledad de desear amargamente vivir contigo, mujer inexistente, yegua de la noche que cabalga hasta mi aurora.

Que humano el anhelarte.
Que rico y que gustoso suspirar por que no existas.

Zaguán 18 de enero