Somos espuma de mar en la cresta de una ola.
Unos se dedican a soplar y soplar
en un vano afán por agrandar la ola,
otros simplemente se dejan deslizar
esperando pasivamente chocar contra el mar
con la esperanza de tener un blando final que no termine en la arena.
Los terceros son para mí los mejores,
éstos creen en su final como el principio
del resurgir de otra ola, quizá la misma
y forman parte del mar
así eternamente.