Resulta que a los años
con la edad
la vida en propiedad se
vuelve ajena
transformándose al
final en escena
de verdadera
teatralidad
Yo a la orilla del mar
de la amistad
acostumbro a ir a jugar
con la arena
porque sin dudarlo allí
vale la pena
construir castillos de
sinceridad.
Mientras juego la vida
que es seria
deja de fruncir su
poblado ceño
y me sonríe la muerte
asustada
Y es que somos algo más
que materia,
una extraña mezcla
entre carne y sueño,
una marea quizás
equivocada