Cuando el poema toma la forma de un beso
se para la Tierra, se paran los relojes: blandos pianos sin tripas.
Cuando el poema vuela más allá del cielo
y se pervierte el viento y la ira sonríe: versos.
Cuando las olas componen una estrofa,
y la rima gime de placer
es el tiempo sin tiempo, el balanceo eterno.
Una procesión de letras es fulminada por un rayo consciente y remoto,
y el azar juega también a crear, a masticar los sueños,
primorosa materia que nace, parto bello que no cesa de empujar.
Verbo desnudo, flores y miseria.
Transiciones.
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