Confesión I
Ni siquiera aquella
monotonía estructurada
que se impone sobre tanta
infancia
pudo asfixiar mi memoria que
sangra
y nunca ha sabido olvidar
No hubo ni habrá cárceles
ni pájaros ni cuerdos
ni timbres con sonido de
entrada en los colegios
que pudieran o puedan atar
mi tácita, insurrecta
y. la mayor parte de las
veces, hermosa verdad.
Sin embargo, he defraudado a
tantos...
Pido perdón por parecerme a
ellos
pues soy un ser humano, un
animal.
Fraguando un leve esfuerzo
en los ojos de los parques
se me ve al pasar.
Nací como tantos
con la muerte entre las
manos,
yo la miré
Nací como pocos, y muy
orgulloso,
con una rosa en los ovarios
sin ser mujer.
Aún mantengo intacta mi
alegría
a pesar de cien infiernos
con mil penas,
a pesar de lo crudo de la
vida;
no me sentiré jamas en
deuda por ello
pues en plena luz llegué a
este mundo
y en muerte oscura pero
alumbrando me marcharé.
Siempre he visto lágrimas
en la penumbra
excusando con la boca su
dolor.
Yo abracé mi llanto,
lo torné sonrisa
y en el zas de una brisa lo
regalé