El silencio huele a
incienso y a pasado soñoliento,
a canciones entre
zumos de naranja,
a bocados en los
labios entre versos que mordían la mañana
afilados como un
trueno con el brillo de amar o de sangrar en la mirada.
Mientras tanto, a día
de hoy, el beso muerde el alba sin sentido
cuando duele todo
cuando duele y no lo calma la nostalgia
ni la patria más
auténtica: la del verbo
ni el engaño
fraudulento de la amarga libertad que es uno mismo
aunque pueden atarme tantas veces a aquello que no entiende pues de nudos
aunque pueden atarme tantas veces a aquello que no entiende pues de nudos
pues desnudos nacen
los cuerpos, marchan los cuerpos...
Ya cabalga aquel
pasado como hoja muerta o viva sobre tierra en la montaña.
Ya cabalga.
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