Reírse de los choques culturales,
de las esquinas sin flores,
de la envidia vanidosa,
de los vacíos lugares
Reírse, reírse y reírse
y perderse en tus lunares,
entre tus piernas vaporosas,
religión de los mortales
Reírse
bajo la lluvia en torrente,
ante el gusto de olvidarte.
Reírse con fiel espejo
estrepitoso y constante.
Reírse frente a los altos lugares
o junto a la indómita ocurrencia
de buscarte entre los vasos
que albergan todos los bares.
Reirse de los besos que no diste,
o del gesto de mirarte.
Reírse sin duda y sin dudarlo
con imprudencia constante
sobre todas las cosas
sean del pan o de la muerte.
Reirse, reírse a carcajadas bullentes.
Reirse sin vergüenza alguna
ni reparos ni modales.
Jamás con media sonrisa
ni con odio al semejante.
Reírse incluso sin dientes
con tosquedad, con firmeza.
Reírse de las malas lenguas.
Reirse ante todo siempre.