Las manos que dan
trazos de color a mi poesía
las quiero imaginar tan
dulces y ariscas como un buen gato,
de trazo ligero y
sensible como de ave en vuelo.
No dudo al ver como
reposan, se posan y trazan curvas,
las mismas que lleva
el amor hasta en poemas
y que reza con sabor
de orgía sobre sus pliegos.
Los dedos de sus
manos los puedo entrever como vapor de chocolate,
dulces, delicados,
ligeramente ácidos pero elegantes.
aun cuando en giro
de ciclón sobre las olas soñare el ánimo.
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