Déjame ser tu playa.
El tacto de la arena entre tus dedos.
Déjame ser tu playa
con espigones como brazos en que descansan
tus ojos, tus anhelos y tu mañana.
Déjame ser tu playa.
No ceses de rozar mi orilla con tus pies descalzos
hasta que un día encuentras nácar y lo recojas con tus manos
(para posarlo nuevamente)
muy despacio.
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