Discurren los días cíclicos
en disminución y hacia sí mismos,
como hojas de un libro escrito para una cuarta dimensión.
El alma sin alas se arrastra en el vórtice de su espacio-tiempo.
Perpetúa el reloj el pretérito como ilusión futura.
Y en cada duda yace un beso
que permite que merodeen buitres
y carroñeros de diversa índole.
El mar recoge su orilla con la humedad primera.
Las piedras atónitas no entienden de erosiones ni estancamientos.
¡Benditas piedras! ¡Benditas!
Vosotras no tenéis que esperar el cálido retorno
ni hacer de la huida interna vuestra bandera.
¿Cuántas palabras es capar de atrapar un soplo de aire?
¿Por qué viene a suplicar futuro una verdad?
El ser humano es verdaderamente un animal extraño,
y sin fronteras.
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