Fraccionamos el tiempo, indivisible,
acotamos la furia eterna del instante.
¿Acaso no es él el que carcome la vida de un hombre?
¿Acaso no es él el que devora con el ímpetu
de un ejército de hormigas adormecidas todo lo perecedero?
Rotundamente no.
Cada minúscula partícula de vida fluye en y con,
arriba y debajo y en ningún sitio junto a él
como la lluvia que contiene arena y la arena que contiene lluvia.
En él vamos y de él venimos sin un continuo, sin una norma.
Es para nosotros como una música inaudible
de la que tratamos de trazar una partitura,
calendarios.
sábado, 26 de noviembre de 2011
viernes, 4 de noviembre de 2011
Nunca hubo otra
Ella me quiso y yo la quise.
¿Acaso no basta con observar sus jardines,
con admirar sus miles
de coloridas ventanas?
Nunca existió una antes
ni un después sino sus calles.
Nunca hubo otra sino Granada.
¿Acaso no basta con observar sus jardines,
con admirar sus miles
de coloridas ventanas?
Nunca existió una antes
ni un después sino sus calles.
Nunca hubo otra sino Granada.
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