jueves, 10 de enero de 2013


Yo he venido a la tarde con mis manos huecas de tiempo. He de deshojar sus ojos.
Me sorprenden los rincones despiertos de su pecho nocturno.
Los Angeles tocan la canción de aquel que nunca vino. Larga letanía apaciguada, hermana mía.
¿Por qué las sombras? ¿Por qué las horas rotas ante el impávido sudor de tu charco y de tu lecho?
Sólo tú sabes del hombre. Él te desconoce y desgarra. Febril inexistencia.
Róbame, tarde. Que en tu atraco vea el alba vacía y  el terco respirar de las olas.
Róbame, tarde. Yo no quiero soportar el amor ni el odio. Eterna muchedumbre, reposo del ocaso y madre enferma.
Y llévale mis gracias a la noche.


Capitán

Pensar en abandonar el barco
con toda la tripulación a bordo...
Capitán: "¡vire el timón! ¡No ponga rumbo a sus ojos!"
Recuerde que el mar no existe, que todo es mentira.
Que la lluvia es agua, y el agua no es sólo lluvia.
Deje pasar la tormenta, ésta sueña con otro río.
No se ahogue estando en tierra.


martes, 8 de enero de 2013

Éranse unos labios.


Éranse unos labios del grosor de un beso.
Éranse unos labios de papel y seda.
Éranse unos labios de un sabor perfecto.
Éranse unos labios de ensueño y fresa.

Éranse unos labios en su boca traviesa.
Éranse unos labios que no debería...
Éranse unos labios con-tacto a primavera.
¿Qué digo yo labios? Digo maravilla.

Éranse unos labios que me desarman,
Éranse unos labios que llevo muy dentro.
No sólo por los labios sino por su alma

Érase un alma más allá del verso.

Zaguán 18 de enero