Te llevo en mí
y tú no eres y yo sí.
Me sajas el pecho como un serrucho de amor y ausencia.
No existes y te tengo aquí precisamente donde no estás.
Te imagino en tu balcón que ya no es tuyo
y te añoro como se añoran...
Como se añoran aquellas esencias que nunca llegan a ser,
sin embargo tú sí fuiste
y fuiste y fuiste y fuiste,
¡ay! Padre.
Serás siempre tú
mientras te reviva el recordarte.