Huele la mañana a café recién molido,
a tazón de chocolate
y a galletas.
Eleva trazos de amor como persianas
pues viene con prisa lenta por almohada
y, sobre todo sabe a labios
a labios y a inmediatez sin la rutina.
Huele la mañana a café recién molido,
a tazón de chocolate
y a galletas.
Eleva trazos de amor como persianas
pues viene con prisa lenta por almohada
y, sobre todo sabe a labios
a labios y a inmediatez sin la rutina.
Abre sus fauces nocturnas el viento y me engulle distante y profundo por un minúsculo instante en un soplo de niebla.
De la espuma flotante que amo (y que soy) no obstante ya me dieron por muerto... Y ni una nube que asombre por negra ni la más grande sombra que asome sedienta puede quebrar el cielo azul que llevo conmigo (y a ti) etéreo y eterno.