Rastrojos helados,
grietas en la acera
con dientes muy finos
velas sin pábilo ni llama
sombras entre sombras.
Letargo infinito
hambriento de lobos.
Sonrisa efímera pero sonrisa
llévanos allá donde el mar resista la embestida
del hombre ajeno a su naturaleza.
El tiempo puebla de instantes vivos la existencia
y nosotros, seres de luz, iremos juntos caminando.
Destronaremos al corrupto y decrépito ejército de la ira.
Renaceremos en el encuentro.
El gesto diminuto y sencillo
conspira con nosotros
contra el legado traicionero del control.
Permíteme decirte lo que siento
ya que somos el beso vivo entre el verso muerto del pasado cíclico
ya que somos la distancia rota ante el contacto humano,
las manos unidas sencillamente...
Tantísimos pequeños gestos juntos
que se hacen inalterables, duraderos, eternos.
Sin principio ni fin bebimos de lo minúsculo hasta hacernos gigantes
ya no seremos nunca más
subyugados, callados, latidos silenciosos en el corpus de la vida.
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