Ilusión de permanencia.
Marionetas que tejen sus propios hilos
que la vida menea casi de forma aleatoria.
Ilusión de permanencia
en los ojos, en los hijos,
en los rostros, en los nombres.
El recuerdo jamás abarca la sustancia que demuestra ni su alterada y fútil esencia.
Vómitos de ego de la natura que se alimentan, van al bar, a la moda, a las pantallas y mueren.
Quienes ahuyentan a otros vómitos alegando que aquí no hay sitio para tanto deshecho (mientras algunos corrigen la ortografía de esta hache) porque dicen huelen mal o su color no resulta exacto al de sus heces.
Cuerpos que desean máximos y éxtasis...
E imposibles intactos de instantes de presencia que nunca sacian.
Urgencia de turgencia en toda necesidad tan venerada por común, por epicúrea.
Sin embargo se traza ya ocaso al nacer y de muerte nos alimentan mientras obtusamente lo negamos.
Ojos en espalda, boca que calla en culo ciego cuando caga.
Tierra que riega de tierra la Tierra…
Universos ardientes a quienes basta con arder.
Que tristura padre cura.
Usted también será polvo como todos...
Mientras tanto se esconde tras el perdón divino del pecado lascivo y amado, bajo su telón caducado y arbóreo, a la vez que lo desea fervientemente como suyo y fantasea.
Lo puedo ver en sus ojos porque a pesar del antifaz de la mentira todos somos humanos.
Pizarnik y su verdad.
Buma...
La belleza.
La belleza.
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