Ojoreoso de verano desconoce tras de sí unos pasos con prisa paulatina en deshojarlo.
Viene con codos en caderas
talones que golpean sobre el culo,
solapas de chaqueta,
cansados maletines de urbanita.
Nos muerde los retratos de agosto en tono crudo,
se levanta el peluquín por las aceras
y lleva en la nariz un nublo oscuro.
¡Ay, ay! ¡Navegas en rellanos de portales!
Donde exhalas con rencor incluso arena
pues traes por regalo las rejas de una escuela,
y acarreas la vuelta ya mascada al desempeño.
Con paciencia te daremos la razón
aunque no escuches...
A tu lado cantaremos la canción de quien se fue a pesar de que nunca vino
y a tu mesa nos sentaremos para echarnos sal
y muchas olas.